Crisis alimentarias: cinco prioridades para el G20

[17 de junio de 2011] BRUSELAS – El G20 reunirá a los Ministros de Agricultura los días 22 y 23 de junio en París para evaluar el progreso realizado en temas clave como la reducción de la volatilidad de los precios de las materias primas, la regulación de la especulación financiera y la elaboración de un plan de acción global para acabar con las crisis alimentarias. Olivier De Schutter ha identificado cinco prioridades que pueden conferir a esta cumbre del G20 un papel vital en la estabilización a largo plazo de la seguridad alimentaria mundial. ¿Aprobarán y aplicarán los líderes estas prioridades?

Crisis alimentarias: cinco prioridades para el G20

Este artículo de opinión fue publicado en Le Monde y The Guardian

En la batalla por solucionar las crisis alimentarias mundiales, ¿conseguirá la presidencia francesa de la cumbre del G20 tener éxito allí donde tantos otros han fracasado? En la víspera de la cumbre sobre Agricultura del G20 el 22 de junio, nadie duda de lo urgente que resulta adoptar un ambicioso plan de acción. A este respecto, Francia puede desempeñar un papel decisivo ante sus socios: dar una importancia especial a aquellas prioridades que buscan sacar al sistema alimentario de su atolladero actual.

Porque es cierto que hoy por hoy estamos inmersos en un auténtico callejón sin salida. Los gobiernos, movidos por el diagnóstico erróneo de haber creído que el hambre en el mundo se debía simplemente a la falta de alimento, han centrado sus esfuerzos durante años únicamente en el incremento de la producción agrícola a través de métodos industriales, con el objetivo doble de alimentar a las poblaciones urbanas crecientes y de aprovisionar los mercados internacionales. Estos esfuerzos han supuesto un mero parche rápido al “fracaso” de la producción nacional. En vez de optar por una verdadera política de seguridad alimentaria, se ha preferido aumentar sin ton ni son la producción de alimentos. Cada día, somos más y más conscientes de lo equivocadas que han sido y son estas “soluciones” defendidas durante tanto tiempo pues, a pesar de ellas, los aumentos repentinos de los precios son cada vez más frecuentes, la degradación medioambiental se acelera, y la pobreza rural y la malnutrición persisten.

Seamos sinceros y reconozcamos que nos hemos equivocado: el hambre no es el resultado de los problemas demográficos ni tampoco es la consecuencia de un desequilibrio técnico entre la oferta y la demanda. El hambre es, en primer lugar, el resultado de factores políticos que condenan a la pobreza a los pequeños campesinos, principales víctimas del hambre. Estos factores incluyen: acceso insuficiente a la tierra, al agua y al crédito; organización deficitaria de los mercados locales; falta de infraestructuras; falta de poder de negociación de los campesinos ante los intermediarios y ante un sector agroindustrial cada vez más concentrado en manos de unos pocos. Los líderes del G20 deberán demostrar gran valentía para poder devolver al buen camino a este sistema alimentario mundial descarriado.

Los líderes necesitarán romper con el “mito” que define el hambre como una especie de carencia o déficit técnico de los sistemas actuales de producción de alimentos. La determinación de Francia tanto por acabar con la especulación sobre las materias primas como por promover la regulación de los mercados agrícolas es esencial para hacer frente a los retos inmediatos. Pero los miembros del G20 siguen mostrando una gran división a la hora de abordar la política agrícola del siglo XXI y el resultado de este debate tendrá sin duda alguna graves consecuencias para el conjunto de la humanidad.

Las cinco prioridades expuestas a continuación pueden aportar a la cumbre del G20 una guía vital para poder mejorar la seguridad alimentaria a largo plazo. Como Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación exhorto a los líderes del G20 a que aprueben estas prioridades y las lleven a la práctica:

1. Regular los mercados de productos agrícolas y hacerlos más transparentes. El impacto de la especulación financiera sobre los precios de los alimentos ha quedado ampliamente demostrado y esto exige un control directo sin más dilación. Los Estados Unidos decidieron legislar los mercados de derivados hace casi un año. El G20, bajo presidencia francesa, debería animar a otras economías a seguir esta misma línea.

2. Promover el desarrollo de infraestructuras regionales de almacenamiento. Frente a la inestabilidad creciente de la producción debido al cambio climático, resulta urgente reforzar los sistemas de almacenamiento a nivel regional. En los países en desarrollo se pierde actualmente cerca del 30% de las cosechas (el 40% incluso de las frutas y hortalizas) debido a la falta de infraestructuras de almacenamiento adecuadas. Estos almacenes, siempre que se gestionen de una forma transparente y participativa, podrían ayudar a suavizar los precios entre los períodos de buenas cosechas y los períodos de baja actividad, caracterizados, estos últimos, por precios en fuerte alza. El G20 debería animar a las instituciones internacionales y a las agencias de cooperación a que respalden con sus esfuerzos estas instalaciones regionales de almacenamiento.

3. Respaldar la provisión de bienes públicos. Para fortalecer la productividad de los campesinos en los países en desarrollo, resulta vital acelerar la provisión de bienes públicos como los servicios de capacitación rural o la construcción de carreteras que enlacen las explotaciones agrícolas con los consumidores urbanos. También es crucial ayudar a los pequeños campesinos a que se organicen en cooperativas y sindicatos para consolidar su posición dentro de las cadenas alimentarias y para que puedan colaborar así con los gobiernos en el diseño de programas que les beneficien más directamente.

4. Respaldar la capacidad de todos los países para alimentarse a sí mismos a través de estrategias basadas en el derecho a la alimentación. Desde principios de los años noventa, el gasto en alimentación de los países menos desarrollados se ha multiplicado por cinco incluso por seis debido a la falta de inversión en agricultura de subsistencia. La promoción continua de la agricultura de exportación ha exacerbado la vulnerabilidad de estos países ante la volatilidad de los tipos de cambio y ante las subidas repentinas de los precios en los mercados internacionales. Esta tendencia puede invertirse mediante la implementación de estrategias nacionales plurianuales, diseñadas para restaurar eficazmente la agricultura de subsistencia. Estas estrategias, adoptadas a través de medios participativos, deben incluir mecanismos de seguimiento de los compromisos de los gobiernos, obligándoles a ser responsables y a rendir cuentas frente a la población. La experiencia de algunos países de América Latina ha demostrado que tales estrategias basadas en el derecho a la alimentación pueden mejorar la seguridad alimentaria de forma sostenible. El G20 debe insistir en este mensaje y reconocer la importancia de los marcos institucionales y de una gobernanza adecuada en cualquier estrategia de seguridad.

5. Reforzar la gobernanza a nivel mundial de la seguridad alimentaria. El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CFS por sus siglas en inglés) fue reformado a la estela de la crisis alimentaria de 2007-2008 con el objetivo de mejorar la cooperación y la coordinación entre los Estados y las agencias internacionales. El CFS es ahora el único foro que reúne a los gobiernos, las instituciones internacionales y la sociedad civil en la promoción de las políticas de seguridad alimentaria. El G20 debería reafirmar su respaldo a este Comité en su empeño por mejorar la coordinación de los esfuerzos internacionalmente. Resulta inaceptable, por ejemplo, que las políticas internacionales de comercio e inversión contradigan los programas de desarrollo rural que están justamente diseñados para sacar a los campesinos de la pobreza y la miseria.

El hambre no es un desastre natural, es un problema político. Y precisamente por ello, este escándalo puede y debe acabar. Hoy, Francia, junto con sus socios del G20, tiene en sus manos una oportunidad única de contribuir decisivamente a este fin y estoy seguro de que hará lo posible por conseguirlo.